martes, 30 de octubre de 2007

Asalto nº15

Aquiles: Marchaba apresurado, aunque un poco preocupado, como mirando de soslayo, era la primera vez en muchos solsticios que abandonaba aquel lugar, y la última vez que lo hizo, recordó, fue cuando, encontrándose solo con el Reloj, un pavoroso terremoto sacudió aquella tierra. Un terremoto de consecuencias nefastas que arruinó la vida de no pocos habitantes, que se vieron obligados a huir de allí por la desolación que hubo tras la Gran Sacudida, así la llamaron. Él mismo tuvo que dejar la insustituible tarea de vigilar el latido de aquella máquina para dedicarse a socorrer a los que llegaban, despavoridos, a los alrededores del Santuario Temporal. Aquello fue un auténtico caos, recordaba con horror mientras proseguía nuestro personaje.

Llevaba ya un largo trecho recorrido cuando empezó a sentir algo extraño, una sensación penetrante que le arañaba por dentro. Se echó la mano al pecho, apartando de un zarpazo la gruesa capa. No le arañaba, le quemaba y no pudo contener un grito de dolor al descubrir que era la estrella del norte, el colgante que le había entregado el Ayudante. Estaba de un color púrpura, un haz de luces brillantes se multiplicaban en progresión aritmética, desprendiendo un calor que penetraba hasta lo más profundo de si. Aquello debía significar algo, algo grave estaba a punto de suceder. Se apartó del camino, refugiándose en un espeso mar de arbustos, en la profundidad del bosque. Pensó que lo mejor sería quedarse a pasar allí la noche, estaría más seguro. El colgante siguió alumbrando durante largo rato, hasta que de un momento a otro quedaron las luces para el recuerdo y todo se tornó oscuridad.

De repente un escalofrío recorrió la espalda del Vigilante, oyó gruñidos alrededor, resoplidos amenazadores apuntaban a su espalda a punto de estallar en explosivo aspaviento, provocado por el pavor que en esos momentos estaba sufriendo. Olía a muerte en el ambiente, se respiraba con dificultad, era noche cerrada bajo la espesura vegetal y estaba a punto de ser atacado por una manada de lobos hambrientos, y éstos no traían buenas intenciones, precisamente...

No hay comentarios: