martes, 9 de octubre de 2007

Asalto nº9

AQUILES ...Pero ese reloj era aun más de lo que parecía a simple vista, no sólo medía el tiempo, en su incesante transcurrir, tick tack, tick tack, se asemejaba al latido de un corazón, y no era casual esta similitud. Ese reloj era, con su movimiento pendular, el corazón de aquella época, el latido que mantenía vivo aquel mundo lejano, lejos de las horas, de los minutos y de los segundos. El mayor corazón que nunca se hubo visto sobre la faz de este universo temporal en el que transcurre esta historia sin pasado. El vigilante de las agujas tenía por tanto una muy ardua tarea, de una responsabilidad abrumadora ya que, un solo error en el cálculo o un pequeño movimiento en falso y el reloj dejaría de latir, provocando el mayor caos hasta entonces conocido.

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